Etapas en el proceso de contingencia
En consonancia con lo antedicho, el PDC se ha conformado a partir de ser concebido como un proceso permanente para hacer frente a contingencias de inundaciones en la CMR y sus efectos, en el que se distinguen 4 etapas o momentos.
- PREPARACION: comprende el período de “normalidad” de la situación, en la cual la amenaza de un evento adverso y sus consecuencias no están presentes y por lo tanto, las personas y actores se desempeñan como habitualmente lo hacen “fuera de la contingencia”. Esta fase de normalidad puede ser concebida a su vez como el intervalo entre un evento contingente y otro, forma de concebirlo que facilita la comprensión de que es en esta fase en la cual se deben extremar las diversas acciones preparatorias para enfrentarlos. Cronológicamente, se inicia cuando se han culminado las acciones posteriores al último evento adverso y se extiende hasta que surja una nueva alerta. En términos del SINAGIR, comprende acciones de Análisis de Riesgo, Planificación, Mitigación, Prevención y Preparación.
- ALERTA: comprende la etapa que se inicia con la primera y más temprana indicación de que el evento adverso contingente podría ocurrir en futuro cercano (pueden ser varios días o bien unas pocas horas). Esta indicación, emanada del sistema de alerta del plan, constituye la señal que sugiere abandonar la normalidad y comenzar el alistamiento para enfrentar el/los evento/s adverso/s contingente/s y sus consecuencias en un futuro próximo. El período de alerta concluye esquemáticamente cuando los primeros impactos o consecuencias que acarrea el evento adverso se hacen patentes y dan lugar a la activación de la respuesta frente al mismo. El sistema de alerta podrá brindar diversas alarmas de modo secuencial sobre un mismo evento adverso, atendiendo a la capacidad predictiva del mismo y conforme a la severidad del evento previsto; ello facilitará la transición que necesariamente debe operar entre las fases de PREPARACIÓN y la respuesta al evento, es decir, entre la normalidad y la EMERGENCIA.
- EMERGENCIA: comprende la etapa del ciclo en la cual se debe atender prioritaria y exclusivamente a las acciones que tratan con las consecuencias de la ocurrencia del evento adverso; se apunta a responder frente al evento. Aunque su inicio podría verse en la práctica superpuesto a la fase de alerta, lógicamente podríamos distinguir ambos por la aparición de los impactos del evento adverso propiamente dichos. Esta fase constituye el núcleo duro del plan, ya que es entonces cuando las acciones frente a la contingencia se tornan más prioritarias para todos los actores y recursos involucrados y cada instante perdido en tal sentido puede ser determinante para el resultado. Esta fase se extiende hasta tanto los impactos y alteraciones provocadas por el evento cesen o bien se reduzcan a un nivel aceptable para encarar la siguiente fase. En términos del SINAGIR, estas acciones constituyen la parte medular de la Gestión de la Respuesta. 1 Ley N° 27.287 y Decreto Reglamentario PEN 383/2017.
- RECUPERACIÓN: esta etapa se da en una situación pos-emergencia y hasta tanto las personas, situaciones, condiciones o variables adquieran un nivel tal que pueden ser consideradas como pasibles de continuar operando “normalmente”; constituye la fase en la cual las acciones a encarar se vinculan con el retorno a la “normalidad” y la evaluación de lo acontecido. Cronológicamente se inicia con el cese o reducción suficiente de los efectos del evento adverso y hasta tanto se concluyan las acciones o se alcancen las metas previstas para dicha etapa, momento en el cual se ha logrado “volver a la normalidad” y los actores continuarán su desempeño habitual. Esta vuelta a la normalidad no implica que el evento contingente no deje secuela alguna o que las mismas estén totalmente remediadas; no se trata de que todo vuelve a ser como antes, previo al evento adverso. La recuperación se debe extender lógicamente hasta tanto las principales actividades de las personas pueden volver a ser desarrollados fuera de un marco excepcional y que requiere asistencia y acompañamiento específico vinculado al evento adverso y sus consecuencias; con toda seguridad, algunas de las secuelas no serán superadas en lo inmediato. Las acciones de recuperación también son constitutivas de la Gestión de la Respuesta en términos del SINAGIR.
Concebidas de este modo, las etapas o fases se integran en un ciclo, tanto lógico-conceptual como operativo y real en cuanto a las acciones que deben ser encaradas tras las finalidades y para lograr los objetivos propuestos en el PDC. En dicho ciclo, las acciones se encadenan secuencialmente en procura de múltiples propósitos: enfrentar con la mayor eficacia posible los efectos, obtener información sobre los eventos y sus consecuencias e internalizar los aprendizajes resultantes, entre otros.
Actualmente se está desarrollando el mismo a través del préstamo BIRF 7706/AR, trabajando en conjunto con la Provincia de Buenos Aires, los Municipios de la Cuenca y CABA.