Con cierta frecuencia los términos “contingencia” y “emergencia” son utilizados como sinónimos. Perder de vista sus esenciales diferencias constituye uno de los puntos clave en el manejo de las crisis que implican las inundaciones en la Cuenca Matanza Riachuelo.
Una contingencia es un evento esperable –más o menos esperable– de acuerdo a la información y a los modelos predictivos de que se dispone. En tal sentido, la ocurrencia del evento contingente es previsible, sino exactamente en tiempo, espacio y magnitud, al menos lo es en función de probabilidades de ocurrencia o de períodos de recurrencia. Las inundaciones –como resultado de uno o más fenómenos naturales así como coadyuvadas por factores humanos–, constituyen en efecto, un hecho o evento contingente.
Por otro lado, se asume que una emergencia es un hecho o suceso que sobreviene; como tal, resulta ser inesperado e imprevisible de acuerdo a la información y a los modelos predictivos de que se dispone. Tanto a nivel de las personas individuales como de los colectivos humanos, una emergencia se presenta siempre por fuera de las previsiones habituales y de los planes trazados; frente a la emergencia, solo resta reaccionar evaluando y decidiendo “sobre la marcha”.
En situación de emergencia, las personas reaccionamos con frecuencia sin analizar la situación, adoptando decisiones sin plan o estrategia alguna, y procurando atender a los aspectos prioritarios urgentes; por lo general, sin contar con información clave y con un entendimiento incompleto de la situación global, muchas veces la emergencia impide siquiera tener en claro la magnitud de la misma.
Hecha esta digresión, debe quedar claro que un buen plan de contingencia, en un sentido muy significativo, debe buscar transformar las eventuales emergencias en contingencias, susceptibles de ser administradas como tales con todo el conocimiento y herramientas dispuestas en un sentido coherente y acorde a los resultados buscados. Si frente a una emergencia solo resta reaccionar con lo poco o mucho que se tenga inmediatamente al alcance, frente a una contingencia es posible trazar un marco ordenado de acción que permita actuar incluso cuando de ella no hay siquiera indicios de que se avecina.
Por ello, para el Plan de Contingencia de Inundaciones de la CMR se concibe que su alcance está dado no sólo por la contingencia propiamente dicha y su superación, sino también por la etapa previa a la misma, en la cual las acciones que se realicen mejorarán significativamente las posibilidades de enfrentar el evento contingente y sus consecuencias con éxito, minimizando sus impactos y efectos indeseables.
Este enfoque es coherente con los principios básicos que se plantean para la formulación de instrumentos de gestión de las emergencias y contingencias en el marco del SISTEMA NACIONAL PARA LA GESTION INTEGRAL DEL RIESGO Y LA PROTECCION CIVIL.