31 de mayo: 106 Aniversario del Puente Transbordador Nicolas Avellaneda
Es símbolo de una época y parte fundamental del paisaje del Riachuelo. Artistas, vecinos y vecinas de La Boca y la Isla Maciel reconstruyen su historia que forjó el legado cultural.
La maquinaria metálica fue inaugurada el 31 de mayo de 1914 para ser utilizada por los trabajadores y trabajadoras de la Isla Maciel que necesitaban trasladarse a las fábricas instaladas en la Ciudad de Buenos Aires. Muy pronto, se transformó en una imagen emblemática del Río, con su forma de canasta que servía como medio de transporte y punto de unión entre las dos orillas.
El Puente Transbordador tiene 77,50 metros de largo y 43,52 metros de alto. El vagón que parece flotar sobre el Riachuelo mide 8 x 12 metros, y se operaba desde una sala de máquinas del propio puente. Fue construido por la empresa Ferrocarril del Sur a partir de un acuerdo con la Provincia de Buenos Aires. Para las personas que vivían en La Boca y en Dock Sud, era parte de su vida cotidiana.
Jorge Hiquis, forma parte de la Asociación de Fomento Isla Maciel, y recuerda: “Nací en la Isla Maciel hace 76 años, en la calle que bordea al Puente. De chico lo vivíamos como un juguete más, había una placita y jugábamos a la pelota debajo del puente. Cuando se hacía la Fogata de San Juan y San Pedro acumulábamos ramas y las poníamos ahí, era una lucha para ver quien tenía más para hacer la mejor fogata del barrio. Era de 5 o 6 metros. Eso lo conservamos durante mucho tiempo. Se empezó a romper con la dictadura, en el año ´76, cuando ya no había reuniones. Pero crecimos con eso. Iba a la primaria en la escuela Quinquela Martin, y cruzaba por las escaleras mecánicas o por el puente transbordador. Era un gran medio de transporte”.
Dejó de funcionar en 1960 y durante más de 30 años se mantuvo quieto, esperando que alguien lo reviva. Hasta que en pleno neoliberalismo, en los ´90 se intentó desmantelarlo, convertirlo en fierros y venderlo, pero un arquitecto que vivía en La Boca llamado Carlos Pasqualini organizó la resistencia que logró detener su desguace. Su viuda, Ema Sala, rememora aquella época.
-¿Cómo hizo su marido para lograr detener el desmantelamiento?
– Se intentó comercializar el Puente, creyendo que su valor eran las toneladas de hierro y no la historia que tenía impregnada. Se lo mostraba como un objeto posible de ser vendido. En el año 1993, un decreto de Carlos Saúl Menem ordena el desguace y venta del Puente Transbordador, en el marco del saneamiento del Riachuelo, impulsado por la entonces secretaria de Ambiente, María Julia Alsogaray, que prometía bañarse en el río en un plazo de mil días. Mi esposo veía en el Transbordador un patrimonio histórico, que daba cuenta del esplendor de Argentina de principio de siglo. De forma autónoma, puso toda su energía y esfuerzo para que la sociedad civil tomara conciencia, de que lo que se estaba haciendo era ridiculizar el patrimonio histórico de la Nación transformándolo en chatarra comercializable. Él fue a todos los ámbitos donde pudo: escuelas, instituciones barriales, al Museo Histórico de La Boca, al Rotary Club. Organizó charlas en las que pasaba diapositivas para que los vecinos tomaran conciencia de lo que se intentaba hacer con el Transbordador. Se reunió con funcionarios. Toda su siembra tuvo sus frutos que fue la salvación del transbordador. En el mes de abril del ´94 fue escuchado por el entonces concejal Raúl Fernández y gracias a eso se evitó que fuera a desguace, ya que el Concejo Deliberante lo declarara sitio de interés cultural de la Ciudad de Buenos Aires en el año ´95. Así se evitó el desmantelamiento.
Desde ese momento muchos fueron los intentos de revivir el Puente Transbordador, pero recién en 2011 por una orden de la Justicia en la Causa del Riachuelo, empezó a restaurarse como parte de la recuperación de la Cuenca. Los trabajos incluyeron la puesta a punto del mecanismo original, con su bobina donde se enrolla un cable de acero, además del tratamiento de la estructura de hierro mediante el arenado y la aplicación de pintura. Las obras se terminaron en 2017, y ese año se lo reinauguró para volver a unir la Ciudad de Buenos Aires y Avellaneda. Es uno de los ocho puentes transbordadores que quedan en el mundo y se inició un proceso para que sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
El director ejecutivo de Fundación x La Boca, Gabriel Lorenzo, afirma: “El puente es el símbolo de Buenos Aires, el segundo más importante después del Obelisco, le debemos el desarrollo del puerto. Es fundamental para nosotros porque tenemos una mirada productiva y cultural del Riachuelo. Nos conectamos con los otros puentes en el mundo para saber cómo lo recuperaron y entre todos vamos a hacer una presentación a la Unesco para que sean declarados Patrimonio de la Humanidad”.
El Puente y el arte
Además de ser patrimonio cultural, el Puente Transbordador es una fuente inspiradora interminable para los y las artistas de la zona. Silvana Canziani es vecina de La Boca y gestora de la muestra “100 años un puente”. Cuenta en qué consistió la exposición: “Hice maquetas del Puente y se las di a artistas para que las intervengan para el aniversario, que fue en el 2014. Con la ayuda del Museo Benito Quinquela Martin donde llevé el proyecto, pude organizar esta muestra donde convoqué a 30 artistas argentinos, muy diversos. Todos tuvieron una visión hermosa, cada uno con su impronta. Resultó muy lejana a lo que es la cuestión melancólica. Mucha gente no sabe cómo funcionaba el Puente, el hecho de que esta representación tenga la canasta que se mueve dio la posibilidad de que un montón de gente lo conozca. Algunos recordaron que habían pasado, como Leo Binchi con su papá, entonces puso una foto de ellos dos en la canasta, o la de Gasparini que retomó una leyenda urbana de que un trapecista pasó de un lado al otro”.
Carlos Godoy es quien organiza el Festival de Poesía del Riachuelo y también tiene una visión sobre la importancia del Puente: “Es una especie única en la ciudad, en la provincia, en el país, en Latinoamérica, en el continente y hasta en el hemisferio. Eso no solo que nos llena de orgullo por tener la suerte de compartir el territorio con él, sino que además, para los que vivimos en La Boca, es casi un organismo viviente y colosal. Si las tribus originarias de nuestro territorio adoraban a las montañas como dioses, el Transbordador para los boquenses, es nuestro dios. Es imposible imaginar el Riachuelo en la zona de la vuelta de Rocha sin el Transbordador, forma parte del paisaje, y por eso mismo es que guarda, igual que el Riachuelo, muchas historias”.
El Puente representa un símbolo que une la ciudad con la provincia. Para Maggie Persincola, vecina, artista de La Boca e integrante del Centro Cultural el Puente asegura que “el Puente es importante porque geográficamente ocupa un lugar estratégico, está sobre el Riachuelo, y une las dos orillas, une la capital con la provincia, es un lugar donde circula mucha gente por día. Es un punto de encuentro para el arte y la cultura y la gente que vive en los dos lugares. Sería importante que funcione a nivel turístico”.
Marta Sacco, vecina de La Boca y organizadora del ciclo de poemas “Arrojas poesía”, también relata su experiencia atravesada por el Puente: “Hicimos un ciclo de poesía en el que cruzamos el puente tirando flores al río. Yo vivo en La Boca, y el Puente es un sitio muy mágico. Y sería interesante que funcione como recurso económico. Es el ícono de toda una época”.
El Transbordador, volverá a funcionar para transportar vecinos, vecinas y turistas entre ambas orillas, recuperando así un paseo histórico de la zona y revalorizando el patrimonio de la Cuenca Matanza Riachuelo.
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