9 de mayo: Día Mundial de las Aves Migratorias
Desde ACUMAR, trabajamos para proteger los humedales de la Cuenca que utilizan las aves migratorias como paradas de descanso y refugio en su vuelo hacia los territorios invernales.
El sábado 9 de mayo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Aves Migratorias; una campaña mundial dedicada a la concientización sobre las aves migratorias y la necesidad de cooperar para conservarlas.
Este año, el lema del Día Mundial de las Aves Migratorias es «Las aves conectan nuestro mundo», que se eligió para destacar la importancia de conservar y restaurar la conectividad ecológica y la integridad de los ecosistemas que apoyan los ciclos naturales y que son esenciales para la supervivencia y bienestar de las aves migratorias. El lema también subraya el hecho de que las aves migratorias forman parte de nuestro patrimonio natural compartido, y que dependen de una red de sitios distribuidos a lo largo de sus rutas migratorias para la cría, la alimentación, el descanso y la hibernación.
Las aves migratorias se desplazan entre las áreas de reproducción e invernada utilizando rutas o corredores migratorios, que siguen fielmente año tras año. A grandes rasgos se pueden definir tres rutas, orientados en sentido norte sur. Según la especie, durante los vuelos de ida y vuelta pueden utilizar una misma ruta o combinar diferentes. Unos pocos humedales, ubicados estratégicamente a lo largo de este recorrido, pueden soportar las grandes concentraciones de individuos que forman durante la migración y ofrecerles el alimento suficiente para completar la siguiente etapa. Allí se alimentarán intensamente para acumular debajo de la piel reservas grasas –la manera más efectiva de almacenar energía– que serán utilizadas como “combustible” durante el vuelo. Algunos de estos humedales distan miles de kilómetros unos de otros, separados por barreras ecológicas y geográficas donde no existen las condiciones adecuadas para detenerse y alimentarse.
Algunas aves, como el Playero Rojizo que migra desde al Ártico hasta Tierra del Fuego, deberán volar trayectos de hasta 4.000 kilómetros sin detenerse y llegar casi exhaustas hasta el siguiente punto de reabastecimiento. Estos humedales son imprescindibles para que puedan completar con éxito su viaje. Para lograr superar semejantes distancias es necesario tener una condición física óptima como el buen estado de conservación de los sitios de alimentación y descanso.
La vida tan particular de las aves migratorias requiere del diseño de estrategias y políticas de conservación específicas, que apunten a proteger los sitios de reproducción, alimentación y/o descanso, corredores migratorios y áreas de invernada. Para las especies migratorias de largas distancias, éstos suelen ubicarse en diferentes países, lo que hace necesario coordinar esfuerzos internacionales para su protección. Con este fin se ha creado la Red Hemisférica de Reservas de Aves Playeras que protege los sitios de mayor relevancia para estas aves.
En Argentina existen registradas 1087 especies de aves, de las que se considera que 458 especies y subespecies tienen migraciones comprobadas o suficientemente justificadas; que incluyen 206 especies no paseriformes (aves) y 252 especies paseriformes (pájaros).
Las Aves de la Cuenca
En la Cuenca Matanza Riachuelo se encuentran entre las aves Migrantes Nearticas (aquellas especies que se reproducen en el Hemisferio Norte y migran a nuestro país en el invierno boreal) especies como el Pitotoy común (Tringa flavipes), el Playerito pectoral (Calidris melanotos) y el Playerito rabadilla blanca (Calidris fuscicollis), especies que utilizan los humedales de la Cuenca Media, como la Laguna de Rocha, la Laguna Santa Catalina, y los Humedales de Ciudad Evita; como paradas de descanso y refugio en su vuelo hacia los territorios invernales.
También se encuentran especies migratorias llamadas Migrantes australes, que son aquellas especies que reproducen en el sur de nuestro país y migran hacia el norte de Argentina y Sudamérica en el invierno austral, como por ejemplo la Tijereta (Tyrannus savanna), el Churrinche (Pyrocephalus rubinus) o el Sobrepuesto común (Lessonia rufa).
Es por esto que en la Cuenca Matanza Riachuelo, según en qué estación climática nos encontremos, los ensambles o grupos de especies de aves mantendrán un elenco estable de aquellas especies residentes, e ira variando incorporando y perdiendo las distintas especies migrantes ya sean de verano o invierno, para completar hasta alrededor de 200 especies posibles de registrar en la Cuenca a lo largo de todo el año.